lunes, 28 de enero de 2013

El único final feliz para una historia de amor es un accidente



No pude resistirme. No iba a comprar ningún libro aquel día. Pero allí lo encontré, destacando entre el resto. Su maravillosa portada con ese fugu gigante me impedía ver cualquier otra cosa. Su título, a todas luces, una declaración de intenciones en toda regla. Al darle la vuelta y leer su sinopsis, su extraña visión de un Tokio pensado exclusivamente para el regodeo emocional del extranjero fue decisivo. Salí de aquella librería incrustada en el costado de un museo de Barcelona con mi ejemplar de El único final feliz para una historia de amor es un accidente. Aún no sabía qué puertas estaba cruzando en aquel momento.

 Gaijin, mon amour

El extranjero es una falta de cortesía per se. Un bárbaro incapaz de entender los matices del Japón milenario. Una invasión sutil frente a la cual Mishima se reveló de la forma más macabra. Sin embargo, una forma de rebeldía contrapuesta será llevada a cabo por Shinsuke cuando caiga rendido ante los encantos de una polaco-rumana llamada Iulana. Una ofensa, otra más, para su dictatorial y bizarro padre, el aclamado poeta Atsuo Okuda. Retirado ya de los circuitos literarios y dedicado al cien por cien a la observación y escrutinio de la vida de Tokio a través de una red de cámaras y micrófonos instalados por toda la ciudad. En este voyeurismo analítico se va gestando la venganza personal del padre contra el hijo. De la soledad con el intento de algún tipo de amor.  Del poder ejercido por el simple hecho de poseerlo contra la intensidad de vivir una historia cuyo desenlace no puede ser más que un accidente en toda regla. Ya  nos avisa desde el título.

viernes, 18 de enero de 2013

Una forma de vida


Cuanto más leo, más discrepo con la idea de tener escritores fetiches. Creo, sin embargo, en escritores demoledores en un momento puntual de nuestra vida y en obras concretas que nos atrapan. Hoy por hoy he renunciado a casi todos los contratos de permanencia que tenía con mis autores más idolatrados. Ya no me desvivo por Murakami, ni salgo a la caza de todos los Coupland, ni releo, ya no, las obritas gigantes de Amélie Nothomb.

No pensaba leer de forma voluntaria la última novela de Nothomb y aquí estoy. Y una vez leída, puedo aseverar que hubiera cometido un error estúpido si no le hubiese dado una oportunidad.  Y es que hacía tiempo que la belga no me sorprendía y con Una forma de vida lo ha conseguido.

La invasión de los ultracuerpos

En esta ocasión Amélie vuelve a usar su propia voz para narrar la historia ¿real? de su intercambio postal con un soldado americano obeso, destinado a Irak y fan acérrimo de la autora.

sábado, 12 de enero de 2013

Glaciares



Una de las más recientes incorporaciones del catálogo de Alpha Decay cayó hace poco en mis manos gracias a @Karostra. Contagiada aún por los tiempos sin prisas de la protagonista de esta novela breve, quiso compartir conmigo esta historia de vestidos viejos y recuerdos imborrables. Un cuento que, como bien dice ella en su blog “…no corre, pasea. Respira hondo, coge grandes bocanadas del aire. Susurra, se queda en silencio, espera el deshielo…”.

Costumbrismo urbano en tiempos de Internet

Isabel vive sola con su gato. Tiene veintitantos y trabaja restaurando libros. Su día a día transcurre sin muchos sobresaltos. Original de Alaska y residente actual de Portland, Isabel se escapa de las prisas propias del mundo en el que vive. Pasan a su lado, ignorándola, dejándola hacer a su ritmo lento.  Mientras el mundo no para de dar a luz a psicóticos sociales atados a sus trabajos y a relaciones destructivas, amantes de la comida rápida y el sexo exprés, Isabel se demora tanto como puede en su sosegado estilo de vida.

domingo, 6 de enero de 2013

Entrevistas breves con hombres repulsivos



Y llegó el día señalado. El juicio, al final. David Foster Wallace y yo nos hemos cruzado. Una cita complicada por las expectativas depositadas el uno en el otro. Y es que no sé si he estado a la altura. Tampoco sé si la fama que le precede ha sido humo o fuego. Lo cierto es que tras leer estas Entrevistas breves con hombres repulsivos aún sigo sin tener claro del todo lo que ignoraba del encumbrado y difunto autor de La Broma Infinita.

A la caza del último hombre bueno

Las relaciones en estos tiempos que corren son, en muchos casos, análisis psicopatológicos de los miembros implicados. El amor requiere tratamiento. Y el sexo nunca, nunca es la cura de nada. Ellos y ellas se lanzan a batallas que saben de antemano que no pueden ganar. Y es ahí donde Foster Wallace muerde. Lo absorbe y lo suelta en esta colección de cuentos y otros textos difíciles de definir, a caballo entre muchas cosas.