Siempre
es una buena opción combinar cualquier lectura densa con relatos de Banana
Yoshimoto. Éstos son tan sutiles, tan atmosféricos, que nunca roban
protagonismo ni tiempo ni energía de la lectura principal que estás llevando
a cabo. Y cuando creías que le estabas dando una importancia secundaria, te ves
aplazando por momentos cualquier otra cosa para cerrar la historia que la
señorita Yoshimoto te ha ido narrando a lo largo de todos esos días que no
acaban. Sin duda, este Sueño Profundo me ha mantenido más
de una noche despierto, con sus cuentos zanjados y mi mirada perdida a través
de las calles de esta ciudad que camina dormida.
Somnolencia participativa
Hay
algo mágico en los cuentos de esta autora japonesa. No sabes cómo, sus historias
te llegan aunque el surrealismo implícito de la cultura japonesa, así como la
dosis extra que Yoshimoto añade, parece colocar sus textos en las antípodas de
la identificación. Y sin embargo, sucede.